La obra: La casa de Bernarda Alba Resumen por actos

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En el presente artículo, el lector puede deleitarse, de la magnífica obra: La Casa de Bernarda Alba, Resumen por actos, que fue plasmada por el dramaturgo español, Federico García Lorca, en esta se puede disfrutar de diferentes personajes desde muy rígidos, sumisos y hasta los intrusos.

La casa de Bernarda Alba

Resumen de la casa de Bernarda Alba

La Casa de Bernarda Alba, se trata de una de las obras literarias con más altura de Federico García Lorca, quien fue poeta, dramaturgo y prosista español, considerada como la última novela que plasmó, en el año 1936, antes de ser asesinado al principio de la Guerra Civil española.

La Casa de Bernarda resumen, es una semejante obra de teatro compuesta en tres actos, en los que se les muestra al espectador, la historia de Bernarda y sus hijas, quienes viven enclaustradas en su vivienda, manteniendo luto por la muerte de su padre y de su esposo.

Es una de las obras literarias más glorificadas del dramaturgo, debido a que en ella, logra sobresalir al argumento teatral, que es preparado con una lengua literaria y alegórica, donde intenta identificar el comportamiento de la mujer en la España de aquellos tiempos.

La expresión que se encuentra en el argumento, está repleta de exaltación y de sensibilidad, logrando escenas con un cargamento épico y emocionante.

En la atrayente obra de la casa de Bernarda Alba, empieza con el primer acto, mostrando de igual forma siete escenas de poca duración, en la que personifican la muerte del segundo marido de Bernarda.

Entonces, la protagonista establece que sus cinco hijas se mantengan un tiempo rígido de guardar luto, así como estar resguardadas dentro de su hogar, no relacionarse con ninguna persona por un espacio de ocho años.

Sin embargo, un buen día una de las hijas de Bernarda, de nombre Adela, descubre que su hermanastra Angustias quien es la hija del primer matrimonio, tiene compromiso con su amante, Pepe el Romano, después que se entera que es dueña de una riqueza. Al estar consciente de esto, se muestra encolerizada en compañía de sus otras hermanas, la duda de este acto.

El hecho culminó con la madre de Bernarda, quien aparece en escena, al tiempo que grita que nada de sus pertenencias les corresponderá a las mujeres herederas, y que ninguna de ellas se casará. Finalmente, es encerrada con el apoyo de la criada, para que huya del hogar.

Sinopsis por actos de la obra La Casa de Bernarda Alba 

Se refiere a una aflicción rural de dramaturgo Lorca, que su debut fue realizado en Buenos Aires, en el Teatro Avenida.

Bajo la dirección de Margarita Xirgu, quien al lado de su compañía le dio vida a esta increíble obra de teatro, estuvo silenciada por espacio de veinte años, a causa de la guerra.

La trama principal de esta obra, es el honor, que se comprende como la reputación e imagen que proyectas a las demás personas sobre ti misma, tus valores y familia. Sin más preámbulo, los invitamos a entrar en acción.

ACTO I

Resuenan las campanas. El escenario, es una habitación blanca que pareciera como transparente, puertas en forma de arco, decorada con cortinas con enormes borlas y lazos. Las sillas son de madera, sencillamente es la Casa de Bernarda.

Acto seguido, hace su presencia la Criada, murmurando de lo fastidioso que suenan las campanas, anunciando a muerto, la Poncia, se aparece comiendo pan y chorizo, quien le aprueba su comentario. Hablan de lo bien que estaba el templo durante el funeral, con la participación de muchos sacerdotes. Magdalena, se desplomó, bueno, era quien más añoraba a su padre.

Sin embargo, la Poncia, se aprovecha de que Bernarda no esté en lugar, para seguir comiendo, Bernarda es una mujer mandamás e imperiosa. La criada le reprocha su comportamiento, aunque, a su vez, le pide que le dé algo de comida para su hija. Lo que le puedo ofrecer es algo de granos, por lo hechos de este día, quizás no lo perciba.

Desde el interior de la casa, aparece una sonora voz que llama a Bernarda, es la vieja. La tienen bien resguardada en una habitación, que su cerradura pasa dos vueltas la llave, sin embargo, la Poncia no le tiene confianza. Enseguida, limpian de nuevo, para que todo el lugar permanezca brillante ante la llegada de Bernarda, severa que no tiene corazón, quien siempre tiene la razón.

La Criada y la Poncia, continúan conversando, han acudido los familiares de ella, y los del esposo quienes la detestan. Mientras, que hace tiempo que lleguen de la misa, hay suficientes sillas, pero a la Poncia, no le da ni frío ni calor.

La embriaga la rabia, lleva 30 años trabajando para Bernarda, entregada, obediente y rendida a las órdenes de su patrona. Sus hijos, igual laboran en sus tierras para ella, sin embargo, esta hastiada. Tienes deseos de echarle un escupitajo hasta que quede como una lagartija. No obstante, no desea estar en su piel, por lo que su vida no le parece nada envidiable. Se ha quedado íngrima con cinco mujeres horribles.

Angustias, la hija de su primer matrimonio, es la que tiene fortuna, las otras lo único que tienen es saber aparentar, puntillas bordadas y vestidos de hilo. De nuevo, repican las campanas, es el último rezo y la Poncia, asiste a la iglesia para escucharlo, mientras que, la Criada se queda limpiando. Llega hasta la puerta, una mendiga con su hija. Ruega que le den las migajas, pero, la Criada la despide molesta, las migajas del día de hoy serán para ella.

Estando, a solas, arroja un clamor amargo, al final de todo, tanto los ricos como los pobres, terminan dentro de una caja. Antonio María Benavides, más nunca te alzaras los fustanes detrás de la puerta del corral. Ella, ha sido quien más lo quiso, “¿Y he de vivir yo viéndote marchar?; mientras que se acomodaba el cabello.

Paulatinamente, van ingresando las mujeres, hasta que llega el momento que entra Bernarda junto a sus cinco hijas. La primera palabra que expresa es: “¡Silencio!”, ordenando que la criada enmudezca. Luego le reclama, que no todo el lugar está tan aseado como debería estar.

Su comportamiento es de humillación “las personas pobres son como animales”. Igual, posee sentimientos, como lo hace una mujer en pena, pero los dejan atrás por un plato de granos, pronuncia Bernarda. Igual, ordena a callar a una joven que exclama “a tu edad no se habla delante de personas mayores”, así como a su propia hija Magdalena “si deseas llorar hazlo debajo de la cama”.

Una de las mujeres asistentes, le pregunta a Bernarda por las actividades del campo. A lo que le responde, el día de ayer, comenzaron las labores de la época, es un tiempo caluroso. Bernarda, ordena a Poncia llevar limonada fresca a los trabajadores.

Se encuentran en el patio, y no ingresan a la vivienda. Una joven comenta que Pepe el Romano había acudido. Una vez que Angustias, lo verifica, Bernarda detiene la plática, “ella ha vista a su madre. A Pepe no lo ha visto ni ella, y yo tampoco”, “Las mujeres que asisten al templo, no deben de fijarse en otros hombres que no sea el sacerdote, y a ese en especial porque lleva falda.”

Entonces, propia un fuerte golpe con su cayado, mientras que exclamó: “Alabado sea Dios”, todos los asistentes se persignan y comienza los rezos para el alma del difunto. Terminan, las mujeres una detrás de la otra, delante de Bernarda con palabras de consuelo.

Angustias, egresa del recinto por la puerta trasera que lleva al patio, al tanto que La Poncia, ingresa con un saco, éste es de parte de los hombros, es dinero para colaborar con los rezos, le agradece junto a una copa de bebida alcohólica.

Magdalena, comienza a llorar otra vez, y le ordena que enmudezca, con el cayado, da un fuerte golpe en el suelo pronunciando “silencio”. La Poncia, intenta de apreciarla, ha asistido la gran mayoría del pueblo, sin embargo Bernarda, está envuelta en resentimiento, han asistido “para llenar mi hogar con el sudor de sus faldas y las ponzoñas de sus lenguas”.

Amelia intenta de apaciguarla, no es lo mejor que te expreses de esa manera, sin embargo, la Poncia  gruñe, de cómo dejaron el piso, y Bernarda comenta “semejantes a una manada de cabras”

En medio del ambiente caluroso solicita que le den un abanico, y Amelia le ofrece el suyo. Lo lanza al piso, tiene flores y tonos llamativos, no es correcto para una viuda. “Entrégame uno que sea todo de color negro, y aprende a ser respetuosa con el luto de tu padre”.

Martirio le entre el suyo, ella siente calor y Bernarda, comenta: “entonces, busca otro, que te hará falta. Mientras que dure el luto por ocho años en esta vivienda, no entrará ni el viento de la calle. Imagínense, que las puertas y las ventanas de la casa han sido revestidas con fuertes adobes. Lo mismo ocurrió en la casa de mi padre y en la vivienda de mi abuelo”.

Magdalena, protesta, al tanto que Bernarda, dice: “es lo que debe hacer una mujer” “hijo y aguja para las hembras. Fusta y mula para el varón”. Mientras, que la abuela continúa gritando. Una vez que sale la criada, se lamenta de lo difícil que ha sido sostenerla, muy a pesar de su edad de ochenta años.

Se procedió a taparle la boca, para que parara de vociferar durante el duelo; y todo era para que Bernarda le diera agua limpiar y carne de perro. Igual se colocó sus aros y pendientes, exclamando que iba a contraer matrimonio.

Las hijas, les da risa por la gracia de la anciana, y Bernarda ordena a la criada que la cuide para que no vaya hasta el pozo, le da temor que se lance dentro de él, o también porque las vecinas pueden observar. Sale la criada e ingresa Adela.

Entonces, Bernarda le pregunta a donde esta Angustias. Se encontraba asomada en una abertura del portón, mientras que merodeaba a los hombres, la observo justo en el momento que se dirigía revisar si las gallinas habían puesto. Muchos hombres se habían retardado. Bernarda molesta, llama con fuertes gritos a Angustias.

Una vez que se acerca, le reclama porque estaba contemplando a los hombres, “Es decente que una mujer de tu clase, ocurra con el anzuelo para atrapar a un hombre el mismo día de la misma de su padre?”. Angustias, intenta disculparse, sin embargo, Bernarda esta colérica, le da un fuerte golpe con el bastón, al tanto que la Poncia, la sostiene mientras que Angustia llora amargamente. Bernarda, les pide que se retiren todas.

Estando solas, la Poncia la disculpa, no lo ha hecho con mala voluntad, la observó averiguando la conversación de los hombres desde la ventana. Mientras que a Bernarda, no para la curiosidad, conversaban de Paca la Roseta, amarraron al marido a un pesebre, mientras que se la llevaron a caballo al olivar.

Dicen que ella iba muy de acuerdo, con los senos exhibiéndose, mientras que la llevaba Maximiliano, tal como una guitarra. Siendo, el próximo día regresaron cuando era aún estaba de día. Ella, traía el cabello suelo y luciendo una diadema de frescas flores en su cabeza.

Se trata de la única mujer que tiene maldad en el pueblo, es una foránea, al igual de quienes se la llevaron, hijos de forasteros, “Los hombres de este pueblo, no tienen la capacidad de actuar así”.

Igualmente, hacían otro tipo de comentarios que daban pena y que la hija llegó a escuchar. Bernarda, se enfurece “esa es igual a sus tías; blancas y aduladoras, que colocaban ojos de carnero ante la galantería de cualquier barbero.

La Poncia, de alguna forma hace ver a Bernarda que sus hijas, tienen edad para conseguir, Angustias con sus 39 años, jamás ha disfrutado de un novio. Sin embargo, Bernarda de alguna manera considera que todo está bien así,  no existe un solo hombre en su pueblo de su talla, no se dice más, lo mejor es que no sea tan confianzuda, es sólo una doméstica.

La criada avisa que ha llegado don Arturo, en responsable de hacer las reparticiones. Bernarda, acude a atender su visita, al tanto que continúa girando órdenes a la Poncia, al igual que a la criada.

Se incorporan Amelia y Martirio. Amelia se preocupa por la salud de Martirio, si ha ingerido sus medicamentos. Se siente un poco apática, pero lo ha cumplido, la visita del nuevo galeno las entusiasma. Las dos han observado, el vuelco de Adela, no fue al funeral, el novio le permite que salga, se ha transformado, anteriormente era alegre, ahora, “no se hecha ni polvos en su rostro”.

Sin embargo, existen más motivos para que fuera al funeral, le tiene pavor a Bernarda, la única que sabe de donde provienen sus tierras: su padre asesinó al marido de la primera su primera esposa, todo para contraer matrimonio con ella.

La dejó para irse junto a otra, después con otra joven, la madre de Adelaida con la que contrajo matrimonio luego de estar en medio de la locura y fallecida la segunda mujer. Pero, no pagó su delito con cárcel, debido a que ninguno del pueblo se enfrenta a inculparlo.

A pesar, de que Adelaida, no tiene responsabilidad por los actos, los hechos se heredan, el mismo que acompaña a su madre y a su abuela. Por lo tanto, Martirio, piensa que lo más sano es que estén sin hombres, siempre les ha tenido temor, está muy agradecida con Dios, debido a que la hizo horrible.

La historia con Enrique Humanos, tan sólo se trató de un rumor, un buen día lo aguardo en una sencilla camisa, detrás de la ventana, le había informado que pasaría, lo que terminó en espera, mientras que fue a contraer matrimonio con otra mujer que tenía, a pesar que era más espantosa que el mismo diablo. Lo que realmente les interesa a los hombres es la tierra.

Aparece Magdalena, quien ha estado visitando todas las habitaciones, observando los cuadros. Recuerda aquella época vieja, unos tiempos en la que los matrimonio permanecían por un tiempo de diez días, sin sentir temor a las murmuraciones. Amelia, observa los cordones de sus zapatos están desamarrados, pero, a ella no le importa, “una menos”.

Pregunta a dónde está Adela, Magdalena, le contesta que se ha vestido con el traje de color verde, que estrenaría el día de sus cumpleaños para visitar al gallinero, mientras que gritaba: “gallinas, gallinas, mírenme”. Es la más joven de todas, aún permanece en ella grandes ilusiones, Magdalena daría lo que no tiene para verla alegre.

Mientras que, Angustias se acerca a preguntar la hora, es tarde alrededor de las doce. Magdalena, se interesa en chismear con sus hermanas: Pepe el Romano, viene a contraer matrimonio con Angustias, en breve enviará un comisario. Martirio y Amelia, se contentan al conocer la noticia, sin embargo, Magdalena, les reprocha su fingimiento, igual ella se agradaría si llegara por Angustias como mujer, “…pero realmente viene por el dinero”, ya está vieja y con dolencias.

Luego que el padre ha fallecido, se harán las reparticiones, y vendrán por ella, es la única millonaria de la casa. La llegada de Adela, las entorpece, Magdalena les pregunta si han ido a ver las gallinas, Adela mantenía el sueño de estrenar el traje verde, pero lo único que ha conseguido es llevarse los piojillos del gallinero.

Magdalena, le insinúa que se lo obsequie a Angustias para su casamiento con Pepe el Romano. Adela se sorprende, no lo puedo creer, ese es el motivo que él saliera luego del funeral y mirando por el portón. Ante las muchas interrogantes que hacía Martirio, Adela aprovecha para descargarse, “…este luto me ha tomado en el peor tiempo de mi existencia..:”, no conseguirá estar en clausura, dejar la juventud atrás”, “Mañana me vestiré con mi traje verde y saldré a la calle” “¡Quiero salir”!

Aparece la Criada, avisa que está llegando Pepe el romano, todas salen en estampida a recibirlo, exceptuando Adela, la criada le incita, se levanta y se va a su habitación, desde puede observar mejor.

Bernarda y la Poncia, se muestran conversando sobre las reparticiones. Le ha quedado suficiente dinero a Angustias, sin embargo, mucho menos que a las otras. Bernarda, reprocha a la Poncia que este comentándolo. En eso, se aparece Angustias, con rostro bien acomodado, y Bernarda se lo reclama.

Sin embargo, no era su padre y se afrontan, no le permitiría salir  si no se despojará del maquillaje de su cara, Bernarda la reprende, asisten las dos hermanas. Magdalena, le reclama a Angustias que no discuta por las reparticiones, que ella es la más millonaria, se desprecian y Bernarda termina la disputa, hasta que fallezca seré quien ordene y mande.

Justo en ese instante, aparece María Josefina, la madre de Bernarda, ancianita, con flores colocadas como una corona en su cabeza y en su pecho. Solicita que le den una mantilla, sus aros, su gargantilla, no desea que las niñas se enteren de nada, ninguna de ellas será casada.

Ha huido, ella desea casarse para estar alegre, Bernarda reclama que le permitieron salir y autoriza que la encierren otra vez. Finalmente, se la llevan arrastrada, al compás que grita: “!Deseo irme de aquí! “!A contraer matrimonio a las orillas del mar!”.

ACTO II

Todas sentadas en la habitación y en compañía de la Poncia, las hijas de Bernarda está elaborando el ajuar de Angustias. La que no está presente es Adela. La Poncia, se da cuenta que la observan sin descanso, como nerviosa. Todas se comportan de la misma forma, menos Angustia, lo observa Martirio. Angustia tiene ansiedad por salir del lugar, mientras que Martirio intenta que se moleste, así como Magdalena.

El ambiente está caluroso. Es de noche, Magdalena se retira para tomar un poco de aire, de la misma manera lo hace la Poncia, era muy tarde, y Pepe aún se encontraba en la ventana.

Las horas parecen que no son las mismas, y entonces, se propia una disputa, si la Poncia, escucho a las cuatro, verdaderamente que no se trataba de él, de acuerdo a lo manifestado por Angustias. Mientras que, la Poncia y Angustias están más que seguras.

La plática entre todas, se dirige sobre cómo fue que Pepe el romano, se le declaró, que le exclamó a Angustias, la primera vez que llego hasta la reja: “Ya conoces que estoy detrás de ti, busco y necesito una mujer que sea buena, educada, y esa eres tú, si me das tu aceptación”.

Ella no contestaba nada, el corazón le galopaba en el pecho, que por poco se le salía por la boca, siendo la primera vez, que se encontraba a solas por la noche en compañía de un hombre.

La Poncia, cuenta de su propia vivencia con Evaristo, como luego de darse las buenas noches, y en un periodo de media hora sin hablar un solo vocablo, le comunico en voz tenue: “! Ven a que te acaricie”! El hombre, pasados quince días luego del casamiento, abandona la cama por la mesa, y después por la taberna del pueblo, y “la que no se conforma se consume llorando en un rincón”.

La Poncia, jamás se dejó vencer por su marido, a quien por cuestiones de tris no lo dejó tuerto, mientras que un día le mato a todos coloridos pájaros con su mano trituradora.

Todas sueltan las carcajadas, pero extrañan a Adela, la llaman y Magdalena sale en su búsqueda. Están angustiadas por ella, escasamente duerme, Angustias se lo atañe a la envidia, su mirada se le transforma como una demente.

Adela, se levanta, tiene malestar, Martirio, indaga con otras intenciones, si es que no está durmiendo bien, ella pide disculpas y se estremece, sin embargo, Adela se defiende, Martirio la persigue, siente vergüenza de sí misma, por tener un cuerpo forzado a que no sea de nadie. La idea la pone en evidencia, su cuerpo le pertenece a quien ella quiera. “De Pepe el Romano, ¿no es eso?, la comunicación con propósito de la Poncia.

La declaración llama la atención de Adela, quien manifiesta que la criada no siga hablando, pero esta continua, se ha dado cuenta. La observó luciéndose, casi sin ropa en la ventana abierta, el segundo día que llegó Pepe el Romano, para conversar con su hermana.

Adela, comienza a llorar, para la Poncia, es evidente que Angustias, no aguantaría el primer parto y fallecería, quizás Pepe el Romano, la prefiere a ella, es la más joven y bella. “Pero, no contraríen la ley de  Dios”. Sin embargo, Adela no está puesta a renunciar ni la Poncia a persistir de echarle el ojo.

“No les tengo ninguna ley, pero deseo vivir en un hogar decente”. Adela la reta, haciendo lo que mejor le parezca, y ella no podrá prohibirlo.

La aparición repentina de Angustias, paraliza la conversación, disimulan y cambian de tema. Magdalena, aparece preguntando y exhibiendo los encajes, son para Martirio, sin embargo, Adela, no está de buen carácter. Magdalena, no piensa dar una sola puntada, mientras que Adela tampoco está dispuesta a criar hijos que no sean suyos, ni a dedicarse por otros para parecerse a las vecinas.

Pero, en el lugar, lo manifiesta la Poncia, hay risas. Unos sonidos que se escuchan a distancia avisan que los hombres están de regreso de sus labores. Se trata de los campesinos que arribaron el día antes, aproximadamente entre 40 o 50. Llegan de lejos y vienen alegres. La Poncia, comienza a contar cómo llegó junto a ellos una mujer, danzaba y tocaba el acordeón, 15 de ellos la contrataron para que se fuera a dejar atrás los recuerdos.

Amelia y Adela se sorprenden, sin embargo, la Poncia la censura: es natural entre los hombres, ella misma le dio dinero a su hijo mayor para eso, “los hombres requieren de estos escapes”. No existe derecho a esa doble bastón de medir, se gruñen, a los hombres se les perdona todo; mientras que “nacer mujeres es el peor castigo”.

A gran distancia, se escucha la algarabía llegando: “Ya salen los campesinos / en busca de las espigas / se llevan los corazones / de las mujeres que miran”

Mientras que Adela, le encantaría ir para abandonar, olvidar su sufrimiento. Martirio la afronta: “¿Qué tienes tú que dejar atrás?”. La Poncia, les pide que se callen la boca para continuar escuchando la algarabía: “Abran las puertas y las ventanas / las que viven en este pueblo / el campesino desea rosas / para adornar su sombrero”

Adela, plantea que los vean desde su habitación, entonces suben, Martirio, no asiste, a lo que su hermana Amelia, dice que el sol no le sienta bien. Entonces, ésta aprovecha para comentarle, que está preocupada debido a que le parecía haber escuchado algunos ruidos en el corral, durante la noche anterior, tiene temor, y a su vez quiere decirle a su madre.

Ocurre, que Martirio, le solicita que haga silencio. La conversación se paraliza cuando Angustias, ingresa colérica preguntando por el retrato de Pepe el Romano. Lo mantenía guardado debajo de la almohada. Ninguna de ellas lo tiene. Aparece La Poncia, Magdalena y Adela: alguna de ustedes tomó el retrato para esconderlo.

La polémica se aquieta, cuando se aparece Bernarda. Angustias, le dice todo a Bernarda y su reacción es frenética, autoriza a que todas las habitaciones sean registradas.

La Poncia, regresa con el retrato en la mano, estaba entre las suaves sábanas de la cama de Martirio. Bernarda, la insulta, mientras que golpea fuertemente con su cayado. Angustia, intenta de aguantarla, al tanto que Martirio pide disculpas hablando que todo era en juego.

Adela la reta, para que diga la verdad, pero Martirio se estremece, “otras hacen cosas peores”, en le saca en cara a Angustias que Pepe el romano, este junto a ella únicamente por su fortuna. Bernarda, interviene para que la conversación quede atrás, y las saca a todas del lugar.

Estando a solas, junto a la Poncia, se lamenta, manteniendo que lo mejor es que Pepe el romano, se distancie de la casa. Pero la Poncia, piensa más aún, Bernarda, debió haber aceptado que Martirio contrajera matrimonio con Enrique Humanos, porque era la más apasionada.

Sin embargo, ese enlace matrimonial, era algo imposible, el padre de Enrique era un campesino. Bernarda, está inclinada a que no ocurrirá más nada. Sin embargo, la Poncia, deja entrever que ya está sucediendo y Bernarda la humilla, le pide respeto, agradecimiento y silencio.

Su madre, no pasó de ser una prostituta. Pero, reitera, manifestando que Pepe el Romano, lo mejor que pudo hacer era contraer matrimonio con Martirio o Adela, debido a que era complicado tomar otro camino. Bernarda, se hace la desentendida a sus alertas, ninguna de sus hijas se enfrentarían a retarla.

Es cuando La Poncia, se atreve a hablar: su hijo mayor, descubrió cuando Pepe el Romano, estaba conversando con Angustias, eran aproximadamente las cuatro y media de la madrugada. En ese instante, aparece Angustias, exclamando que es falso y lo niega con un rotundo no.

Pepe el Romano, tiene más de una semana que se va a la una. Entonces, de inmediato Martirio entra en la conversación: también ella se dio cuenta que se fue a las 4, platicaban por la ventaja que da al callejón. Sin embargo, Angustias conversaba por la ventana de su habitación.

Adela, se incluye y le sugiere a su madre que no le preste atención a los chismorreos, pero, la Poncia insta, lo mejor es investigar qué está sucediendo. Bernarda, lo llevará a cabo con sus cinco sentidos bien puestos, a partir de ese instante. En la calle hay una enorme algarabía, la criada anuncia que mucha gente habla y van a ver qué es lo que ocurre.

Estando solas, Martirio culpa a Adela, pudo haberla descubierto, pero no quiso hacerlo. Adela le reclama su falta de valentía, ella sí pudo hacer lo que otra no se atrevía. Entonces, Martirio, no acepta renunciar a Pepe el Romano, y mucho menos delante de su hermana. Adela, intenta de explicar: ella misma no lo hubiese deseado de esa manera, pero una fuerza indescriptible la arrastró.

La algarabía de la calle, se apacigua, y van ingresando. “La hija de la Librada, la soltera, parió un hijo y aún no se sabe de quién”. Para esconderlo, lo asesinó y lo sepultó debajo de unas rocas. Pero, unos canes lo desenterraron. Quieren matarla. “Que vengan todos a asesinarla”, exclamó a voz viva Bernarda, y Martirio se agrega, pero, Adela no está de acuerdo, quisiera que la dejaran huir.

Bernarda es una mujer sin piedad: “Carbón encendido en el lugar de su pecado”. Adela se espanta, “no, no”, agarrándose el vientre.

ACTO III

La Poncia, les sirve la comida en el patio bajo la sombra de los árboles y con el aroma de sus exquisitas flores, es un lugar apartado se encuentra la Prudencia. Justo cuando un gesto para irse, Bernarda, la detiene, porque tienen mucho tiempo sin verse.

Le pregunta por su esposo que no lo ve a su lado. Prudencia, le comenta que poco sale desde que tuvo una disputa con los hermanos a causa de la herencia. A la hija, todavía no la han perdonado.

Bernarda, elogió su comportamiento: “Una hija que no obedece, deja de ser una hija, para transformarse en una contrincante”. Prudencia, no está muy seguro, ella lo único que hace es ampararse en la religión, asistiendo a la iglesia.

Un fuerte golpe en la pared, paraliza la plática. Son movimientos fuertes del caballo semental, que se encuentra encerrado en el establo. Bernarda, ordena que lo enlacen y llevan al corral para que se calme. Al siguiente día le echaran nuevas potras.

La Poncia, considera que Bernarda es digna de admirar, porque ha sabido administrar su patrimonio, siendo una viuda. Ha conseguido tener la mejor manada. De nuevo, se siente un fuerte golpe que emite Bernarda, con fuerte voz para que cumplan sus órdenes de inmediato.

Quedan sólo tres días, para que lleguen a pedir a Angustias. El aro, con tres perlas es hermoso. “En mi época, se creían que las perlas significaban lágrimas”, comenta Prudencia.

Angustia se reanima, los tiempos cambian. Sin embargo, Adela no opina igual, piensa que los aros deben ser de diamantes. Bernarda, cambia la conversación, y comienzan hablar de la dote, se han gastado 16 mil reales, si bien para la Poncia, lo mejor es el guardarropa. Se entonan las campanas, al compás que Prudencia se retira.

Adela, camina hasta el portón, buscando flexionar las piernas; Amelia y Martirio van junto a ella. Estando a solas, Bernarda le ruega a Angustias que converse con su hermana Martirio, y deje atrás lo ocurrido.

No le importa que no se quieran, que se detesten, pero desea “una buena imagen y unión familiar”. Luego le pregunta por Pepe el Romano, terminaron de conversar siendo las 12:30, sin embargo, se muestra como desatento. “los hombres tenemos nuestras propias inquietudes”. Bernarda, le dice que mejor que no pregunte. “y cuando estés casada, menos lo hagas. Conversa si él te conversa, míralo si él te mira”.

Que jamás te vea cuando llores. Angustias, se lamenta, debería estar alegre, pero realmente no lo está. Durante esa noche no iría a merodear, estaría con su madre en la capital.

Aparecen en escena, Adela, Martirio y Amalia. La noche está muy oscura. El corcel, luce de un blanco que simula ser un fantasma, sus movimientos resuenan en el establo. Mientras que Adela, observa las estrellas en el firmamento, Martirio la cuestiona, a ella sólo le interesa lo que ocurre en la casa, Adela, continua cavilando con el firmamento y los relámpagos que alumbran la oscuridad de la noche.

Una plegaria a Santa Bárbara, cuando hay esta clase de tormenta. Par Bernarda, los arcaicos conocían de muchos secretos, echados al olvido. Magdalena está soñolienta y la manda a dormir. De a una a una se retiran del lugar.

Aparece la Poncia, mientras que Bernarda le reclama, en su casa no ocurre nada, sus hijas se encuentran en calma. Intenta de indagar información, pero la Poncia, calla en absoluto. Sus hijas no comentan nada, porque no pueden, pero la calma puede quebrantarse en cualquier instante. La visita de la criada, termina la conversación y Bernarda igual se va del lugar.

Bernarda, se niega a ver lo que ocurre, le dice la Poncia a la criada, ella ha pretendido en varias ocasiones de alertarle, pero no puede ir más allá. “¿Tú sientes este silencio?. Pues, existe una tormenta en cada habitación”. Para Bernarda, Pepe el Romano no tiene toda la responsabilidad. Estuvo detrás de las naguas de Adela, ella estaba perdida de amor por él, no es correcto que lo provoque, debido a que “un hombre es un hombre”

No piensa, que apresurar el matrimonio, sea la solución, porque Adela está dispuesta a todo, así como Martirio. No son malévolas, son “mujeres sin hombre, solo eso”

Entra Adela, con tan solo un camisón a tomar agua. La Poncia, y la criada se van a dormir. Los canes ladran sin parar. Con la escena en medio de la oscuridad, aparece María Josefa, con una tierna oveja entre sus brazos.

Atraviesa el lugar entonando canciones. Adela, está observando con discreción y desaparece por la puerta que da al corral, pero, Martirio la está espiando, igual en fustanes, tapándose con una pequeña manta de color negro.

De nuevo se aparece María Josefa. Se expresa en voz alta sin coherencia. Habla de que quiere salir, tener hijos, y de ser libre. Martirio, la lleva obligada a su habitación, y la abuela se regresa entonando canciones con lágrimas en sus ojos.

Estando a solas, se orienta hacia la puerta del corral y empieza a llamar a Adela. En eso aparece con los cabellos alborotados, le ruega que deje a Pepe el Romano, y le advierte que la va a descubrir.

No es digno que interfieras en el matrimonio de Angustias, aunque no la quieras, porque a quién quiere es a Adela. Martirio, también está locamente enamorada de él, que finaliza confesándose. Adela, se apiada, pero Martirio refuta su abrazo.

Adela, está decida a todo, no soporta más, “…estos techos luego de haber sentido el sabor de su boca. Seré lo que él anhela que sea”. Martirio no lo va a admitir.

Se escucha un claro chifle, mientras que Adela va hacia la puerta, Martirio interfiere y bregan, Martirio, empieza a llamar con fuerte voz a la madre. Bernarda, asiste y Martirio evidencia a su hermana. Adela, la afronta, le arranca el cayado y lo parte en dos pedazos: “Aquí se terminaron las voces de prisión. Esto, es lo que hago con tu palo dominador”.

Entran la Poncia y Angustias, que observan que la escopeta no está en su lugar. Adela, prosigue en una actitud desafiante: “Yo soy su mujer, a Angustias. Date cuenta tú…”

Se escucha el resonar de un disparo. Aparece Bernarda: “Arriésgate a buscarlo ahora mismo”. “Se terminó el Pepe el Romano”, pronuncia Martirio. Adela se va corriendo. La verdad no lo ha asesinado, se escapó. Sin embargo, lo han anunciado como escarmiento.

Se siente un fuerte golpe. Adela se ha recluido. La Poncia, intenta de abrir la puerta del recinto y Bernarda le ordena a que la abra. Entonces, la Poncia consigue ingresar con un fuerte empujón, y sale gritando despavorida. Adela tomó la decisión de ahorcarse.

Las hermanas, dan un paso hacia atrás, Bernarda grita, pero va hacia adelante: “! Descolgarla! ¡Mi hija ha fallecido virgen”.

Llévenla a su habitación y procedan a vestirla como una princesa. ¡Nadie hablará sobre esto ni una palabra! ¡Ella ha muerto con su virginidad”. Avisen para que en el alba, suenen dos lamentos las campanas”.

“No deseo llantos. La muerte hay que verla de rostro a rostro. ¡Silencio!. ¡A callar he ordenado”. Las lágrimas las dejan para cuando estén a solas. Ella es la hija mejor de Bernarda Alba, ha fallecido virgen. ¿Me han escuchado? ¡Silencio, silencio, he dicho a callar! “!Silencio”!

Personajes en la casa de Bernarda Alba

En la obra literaria, la casa de Bernarda Alba, se puede evidenciar una gama de personajes, su gran parte son personificados por mujeres. Se pueden dividir entre personajes principales. Los personajes secundarios, se mantienen en escenas.

Principales: Bernarda, Adela y Martirio

Como hemos visto a lo largo de la novela, Bernarda es la madre de cinco hijas que viven juntas todas en una misma casa.

Una mujer con una edad de 60 años, es de carácter estricto, y con un pensamiento antiguo, su único objetivo es guardar la virginidad de sus hijas, las apariencias y un comportamiento obediente ante los hombres.

Adela, es la hija menor de las hijas, con tan sólo 20 años de edad, es una joven apasionada, bonita y porfiada, que impone ante las órdenes que impone su madre. Es un personaje que finaliza suicidándose, al pensar que su amante ha fallecido.

Martirio, es la hija que cuenta con 24 años de edad, quien tiene una afición por Pepe el Romano, gracias a su intervención es que se devela el amorío, y se produce el suicidio de Adela.

Es una joven de carácter pesimista, no muy agraciada, además no soporta que sus otras hermanas, lleguen a ser felices, tan sólo ella lo puede lograr. Todo se debe, a que sus amores con Enrique Humanes, se termina a causa de la intervención de su madre.

Secundarios: Pepe el Romano, Angustias y La Poncia

Pepe el Romano, siendo el único caballero que asiduamente es nombrado en la novela. Cuenta con 25 años de edad, y es considerado uno de los hombres más apuestos de todo el pueblo, sin embargo, es el promotor de los problemas en la casa de Bernarda Alba. Prometido por el interés económico con Angustias, enamorado de Adela, y amor idealizado de Martirio.ç

Angustias, con una edad de 39 años, es la hermana mayor de la familia, siendo la primera y única hija del primer casamiento de Bernarda.

Se describe como una mujer agotada, horrible y sin carisma, gracias a la herencia de su padre, es que Pepe el Romano se siente atraído.

La Poncia, es una mujer de 60 años de edad, es la criada de muchos años de servicio, domestica principal y de confianza de la casa de Bernarda Alba. Es la primera en develar los amoríos entre Adela y Pepe el Romano. Se personifica como mujer chismosa, y quien se da cuenta de todos los acontecimientos de la casa de Bernarda.

Otros personajes de la obra

María Josefa, es la madre de Bernarda, una mujer que tiene 80 años de edad, es figurada como una trastornada, y víctima de la clausura, ordenada por su hija. Intenta de huir al mar, pero de nuevo es atrapada y encerrada.

Magdalena, es otra de las hijas de Bernarda, cuenta con 30 años de edad. Es la segunda hija de la familia, y se personifica como una mujer llena de esperanza, que anhela vivir de otra forma.

En la obra apoya el argumento en compañía de su hermana Amelia, de que Pepe el Romano, sólo busca casarse con su hermana mayor, tan solo por su riqueza.

Amelia, cuenta con 27 años de edad, es una joven con el alma reprimida, todo a causa del rigor de su madre Bernarda.

Significados de los nombres

De acuerdo al dramaturgo, cada nombre otorgado en la obra de la casa de Bernarda Alba, relata sobre las identidades de sus personajes.

En todo caso, el apellido que se le asigna a la familia, Alba. Se debe a un hombre histórico, conocido como unos de los signos más legendarios del reinado en España, que le fuera asignado al Rey Enrique IV de Castilla.

Entonces, esto hace que el personaje de Bernarda, se describa correctamente, especialmente en el pueblo a donde habita.

Bernarda, es un nombre es la personificación que se le asigna a la imagen de un oso. Es quien, se mantiene amilanado y gritando en todo momento.

Su hija Angustia, así como su nombre personifica las inquietudes en todos los aspectos, que a pesar de tener todo, no es feliz.

Magdalena, Amelia y Martirio, figuran la melancolía, sin dulzura, y con sufrimiento, que según con el desarrollo de la obra, coincide con sus personajes.

Adela, tiene como significado la nobleza, se le asigna perfecta durante su actitud en la obra. María Josefina, goza de un significado bíblico, personifica a los padres de Jesús.

Poncia, una de las domésticas, que igual que Josefa posee un nombre religioso, denominado como Poncio Pilato,  que en la trama tenía poder para ayudar y salvar a Jesucristo, pero decide no involucrarse. Conocía, acerca de los enamoramientos entre Adela y Pepe el Romano, y no actuó para solventar la situación.

Pepe el Romano, que al desglosarse, Pepe es conocido como diminutivo de José, un nombre muy común en España y Romano, tiene un gran sentido masculino, que demuestra el amor y el poder que sostiene en la casa de Bernarda Alba.

Frases de la casa de Bernarda Alba

La obra literaria de la Casa de Bernarda Alba, no deja de tener sus propias frases que marcan, el argumento y desarrollo de semejante novela.

Entre las que se pueden mencionar las siguientes:

“La suerte viene a quien menos la aguarda”

“Nacer mujer es el mayor castigo”

 

“Trabajar y callar a todo. Es la obligación de los que viven a sueldo”

“Cuando una no puede con el mar, lo más fácil es regresar las espaldas para no verlo”

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