Mujercitas es un hermoso relato escrito por la escritora estadounidense Louisa May Alcott. Cuenta la historia de cuatro hermanas, Meg, Jo, Beth y Amy, desde su infancia hasta los albores de la juventud, mostrando lo importante del amor y la unión familiar. Descubre la belleza de esta novela en el resumen de Mujercitas, todo un clásico.
Indice De Contenido
- 1 Resumen de la novela Mujercitas
- 1.1 Capítulo I: Jugando a los peregrinos
- 1.2 Capítulo II: Una feliz Navidad
- 1.3 Capítulo III: El amigo nuevo
- 1.4 Capítulo IV: Cargas
- 1.5 Capítulo V: Como buenos vecinos
- 1.6 Capítulo VI: Beth descubre el hermoso palacio
- 1.7 Capítulo VII: Amy pasa por el valle de la humillación
- 1.8 Capítulo VIII: Jo encuentra a Apolo
- 1.9 Capítulo IX: Meg visita la feria de la vanidad
- 1.10 Capítulo X: El Club Pickwich
- 1.11 Capítulo XI: Experimentos
- 1.12 Capítulo XII: Campamento Laurence
- 1.13 Capítulo XIII: Castillos en el aire
- 1.14 Capítulo XIV: Secretos
- 1.15 Capítulo XV: Un telegrama
- 1.16 Capítulo XVI: Cartas
- 1.17 Capítulo XVII: Fiebre escarlatina
- 1.18 Capítulo XVIII: Días sombríos
- 1.19 Capítulo XIX: El testamento de Amy
- 1.20 Capítulo XX: Confidencialmente
- 1.21 Capítulo XXI: Laurie hace más travesuras y Jo pone paz
- 1.22 Capítulo XXII: Hermosas praderas
- 1.23 Capítulo XXIII: La tía March arregla las cosas
- 2 Personajes de la novela Mujercitas
- 3 Lanzamiento y secuencias de la novela Mujercitas
Resumen de la novela Mujercitas
Mujercitas cuenta la vida de cuatro niñas que se convierten en mujeres, en el marco de la Guerra Civil de los Estados Unidos, entre los años 1861 y 1865. Está basada en las experiencias de la autora Louisa May Alcott durante su infancia en la ciudad de Concord, Massachusetts. A continuación, te presentamos el resumen de Mujercitas para que disfrutes de esta hermosa historia.
Capítulo I: Jugando a los peregrinos
Las cuatro hermanas, Meg, Jo, Beth y Amy, hablan mientras cosen calcetines para el ejército. Comentan sobre lo triste que será su próxima navidad, ya que su padre se alistó como sacerdote en el ejército. Entra su madre, quien acaba de recibir una carta del padre ausente y les lee la misiva: el buen hombre pedía a sus hijas que fueran obedientes y que cada día enfrentarán sus defectos para el sentirse orgulloso de ellas. Las cuatro prometieron hacer su mejor esfuerzo.
Al terminar de leer, la madre reflexiona sobre la representación de los peregrinos que acostumbraban a hacer de pequeñas. Les recuerda que, al igual que estas personas, ellas no pueden dejar sus cargas en el camino pero si llevarlas hasta el final, de la mejor manera posible. Las chicas caen en cuenta de que las cargas que refiere su madre son sus defectos y obligaciones.
Para el día de Navidad, las chicas organizaron una sorpresa para su madre y compraron algunos regalos. Al notar que ella no estaba en casa, decidieron preparar todo para la cena. De repente, entró la madre y metió la comida del desayuno dentro de una canasta, a su vez que les pidió a las hijas que la acompañarán, las cuales obedecieron sin decir nada.
Minutos después llegaron a la casa de la señora Hummel, quien recién había dado a luz y tenía otros hijos pequeños tiritando de frío y hambrientos. Les sirvieron el desayuno y ayudaron a los niños a sentirse mejor. Al regresar a su casa se sentían felices y agradecidas, orgullosas de su madre por haberles recordado la grandeza de amar al prójimo como a ellas mismas.
Durante la noche, la madre y las hermanas March, junto a Hanna, disfrutaron de una copiosa y deliciosa cena que les obsequió el señor Laurence, vecino de la casa de al lado; quien se enteró de la bondad de las chicas y les quiso también retribuir con un buen gesto.
Capítulo III: El amigo nuevo
Meg y Jo, las hermanas mayores, fueron invitadas para una fiesta que ofrecería la señora Gardiner en su casa a propósito de la llegada del Año Nuevo. Tras recibir el permiso de su madre, se arreglaron de la mejor manera y se dispusieron para celebrar y disfrutar de la fiesta.
En la celebración conocieron a Laurie, nieto de su vecino el señor Laurence. Durante la fiesta, Meg se quejó de un dolor en un tobillo, por lo que el nuevo amigo se ofreció para llevarlas hasta su casa. Al llegar, Meg se quejaba mucho por el dolor, pero a pesar de ello, las chicas coincidieron en que habían disfrutado muchísimo de la fiesta.
Capítulo IV: Cargas
Meg tenía un trabajo como institutriz; aunque no tenía mucha paciencia para los niños, cada vez que recibía su pequeño pago, se sentía rica, ya que le gustaba presumir. Jo, era dama de compañía de la tía March, la cual era de muy mal carácter; pero ésta poseía una gran colección de libros, lo que compensaba cualquier sacrificio o esfuerzo, porque la chica era amante de la lectura.
Beth era muy tímida, por eso sus padres decidieron no enviarla a la escuela y enseñarle ellos mismos las lecciones. Amaba tocar el piano. Y Amy, la más pequeña, sólo tenía una gran preocupación: su nariz que había quedado mal luego de un accidente cuando era bebé. Cuando se quejaban de sus aflicciones y desgracias, escucharon a su madre contarle a Hanna que, aunque sus hijas llevaban sobre si enormes cargas, sabían ser agradecidas.
Capítulo V: Como buenos vecinos
Una tarde mientras Jo realizaba trabajos de jardinería en su casa, vio a su joven vecino, Laurie, a través de la ventana, notándolo solo y triste, incluso enfermo. La joven decidió ir hasta la casa del chico para animarlo un rato y hacerlo olvidar de su soledad. El señor Laurence notó la alegría de su nieto y cuánto necesitaba de compañía y de una amistad como la que le brindaba Jo.
Durante su compartir, Laurie llevó a su nueva amiga al invernadero y le regaló flores para su madre, tocó el piano y disfrutó como nunca; por lo que invitó a la chica que lo visitara cada vez que quisiera. Cuando Jo contó a su madre y hermanas lo bien que pasó la tarde con Laurie, estas quedaron encantadas y sintiendo algo agradable hacia sus vecinos.
Capítulo VI: Beth descubre el hermoso palacio
Beth se entera de que en la casa de sus vecinos hay un piano de cola y muere de curiosidad por verlo; pero es tan tímida que no se atreve a ir. Su madre le comenta al señor Laurence lo que ocurre con su hija y éste le responde que Beth puede ir a su casa a tocar el piano cuando guste, y así podrá recordar a su nieta fallecida.
Cuando la pequeña se entera del ofrecimiento hecho por el vecino, va casi todos los días a tocar el piano. En agradecimiento, Beth decide hacerle unas zapatillas al señor Laurence y éste le regala un piano de gabinete en honor de su nieta.
Capítulo VII: Amy pasa por el valle de la humillación
Amy fue humillada por el profesor Davis, quien le dio unas palmadas delante de sus compañeras, por haber llevado unas limas a clase, lo cual estaba prohibido porque le desagrada el olor. Ante lo sucedido, la madre decidió que la pequeña no volvería más a la escuela porque el profesor no tenía derecho a castigarla de esa manera; pero tampoco estaba de acuerdo con el comportamiento de su hija y mereció el castigo.
Capítulo VIII: Jo encuentra a Apolo
Amy sorprende a Jo y a Meg cuando éstas iban saliendo al teatro y les pide que la lleven. Meg estuvo a punto de decir que si, pero Jo mantuvo su negativa y la dejaron en casa. Para tomar venganza, Amy quemó el libro de cuentos de Jo, que ésta escribía soñando con publicarlos algún día y que eran el orgullo de la familia.
Al enterarse de lo ocurrido, Jo se llenó de furia y juró no perdonar jamás a su hermana. La madre habló con Amy para que reflexionara sobre el daño que le había causado a Jo y le exigió que pidiera perdón, pero por más que insistió y mostró su arrepentimiento la pequeña no consiguió que su hermana la disculpara.
Un día Jo salió a patinar con Laurie y Amy se fue tras ello creyendo que su hermana no le negaría el perdón si se lo pedía delante del amigo. Pero Jo seguía intransigente hasta que la pequeña cayó al agua helada. Cuando Jo vio a su hermana a punto de morir logró rescatarla y llevarla a casa. Mientras Amy dormía reconoció que el rencor no es bueno para nadie porque no permite disfrutar de las personas que amamos.
Capítulo IX: Meg visita la feria de la vanidad
Meg fue invitada por la familia Moffat a dar un paseo. Cuando llega el momento del baile siente vergüenza por su sencillo vestido, mientras que las otras personas lucen trajes muy elegantes. Para el siguiente baile, siguió los consejos de sus amigas, quienes la vistieron con un traje de gran escote y maquillaje excesivo, casi vulgar. Ella pensó que así luciría mejor, pero solo hizo el ridículo.
Para olvidar el bochorno comenzó a beber y terminó haciendo aún más el ridículo. Laurie, quien también fue invitado a la fiesta, se dio cuenta de todo pero le prometió a Meg que no diría nada. Al regresar a casa, la chica le contó todo a su madre quien le dijo que esperaba que esa experiencia le sirviera de lección y se diera cuenta de que los lujos y el dinero no son lo más importante en la vida, y que ella debía valorar lo que realmente es significativo.
Capítulo X: El Club Pickwich
Las cuatro hermanas March junto con algunas amigas, formaron un club al que llamaron “El Club Pickwich”. Crearon un semanario en el que redactan notas diversas, poesías, cuentos y hasta noticias. Aunque el club era sólo para mujeres, decidieron aceptar a Laurie como miembro honorario.
Era tan divertida la iniciativa, que abrieron un buzón para que los vecinos participaran y se enviaran cartas y mensajes entre ellos. El resultado fue tan positivo que el jardinero de los Laurence utilizó ese medio para declarar su amor a Hanna.
Capítulo XI: Experimentos
Los primeros días de vacaciones de las hermanas March fueron para flojear y hacer nada. A medida que pasaba el tiempo vieron que el ocio no era tan divertido y que los días se hacían cada vez más largos. Tras el aprendizaje, decidieron dedicar los tres meses de descanso a las actividades cotidianas que solían llamar aburridas y cansonas: aprendieron el valor del trabajo.
Capítulo XII: Campamento Laurence
Laurie invitó a Jo y sus hermanas a una excursión con él y cuatro amigos más. Al día siguiente, una vez recibido el permiso de la madre, salieron al paseo, en el que atravesaron el río en botes, jugaron croquet y un pasatiempo llamado “la verdad”, que Laurie aprovechó para confesarle a Jo que le gustaba. Fue un paseo muy divertido para todos.
Capítulo XIII: Castillos en el aire
Las cuatro chicas fueron de paseo hasta la colina cerca del río e invitaron a Laurie. Mientras descansaban hablaron sobre los sueños de cada uno y cuánto estaban dispuestos a sacrificar para lograrlos. Laurie cayó en cuenta de que por más que anhelara cumplir sus sueños, jamás renunciaría a lo que más ama: su abuelo.
Capítulo XIV: Secretos
Jo salió de su casa con mucha discreción y fue hasta el periódico donde el director revisará alguno de sus cuentos y, si le parecían buenos, los publicaría. Al encontrarse con Laurie le dijo su secreto y le hizo prometer que no se lo contaría a nadie. Días después, el director le dijo que si publicaría su trabajo pero que no le pagaría nada por éste, a lo que Jo, muy contenta, dijo que si. La joven corrió a su casa para contar la noticia, sabía que todos se alegrarían con ella.
Capítulo XV: Un telegrama
Llegó el invierno y en casa de las March se lamentaban por ello. Llegó un telegrama en el que les informaban sobre la gravedad de su padre y la necesidad de que su madre acudiera a su lado pronto. La noticia fue tomada con angustia y tristeza por todos. Jo sabía que su madre iba a necesitar dinero para el viaje, por lo que tomó la decisión de vender su preciosa cabellera.
Obtuvo el dinero que necesitaba. Al regresar a su casa, todas se dieron cuenta de lo que había hecho y se admiraron por tan valiente decisión, puesto que Jo siempre decía que prefería morir antes de cortarse el cabello; pero en ese momento fue capaz de hacer hasta lo menos pensado para ayudar a su padre, mostrando así la nobleza de su corazón.
Capítulo XVI: Cartas
Al despuntar el alba, la señora March se preparó para su viaje, que haría en compañía del señor Brooke, profesor de Laurie, quien tenía asuntos que resolver en Washington. Sus hijas la despidieron, tratando de no mostrar su angustia y tristeza para no causarle una preocupación mayor.
Durante la ausencia de la madre, las cuatro hermanas cumplieron a cabalidad las tareas que les fueron asignadas a cada una. Estando junto a su esposo, la señora March recibía infinidades de cartas enviadas por sus hijas y amigos, lo que sirvió para hacer más llevadera su estancia, pues la recuperación del esposo era sumamente lenta.
Capítulo XVII: Fiebre escarlatina
Atendiendo las indicaciones de su madre, Beth visitó a la familia Hummel. Uno de los pequeños tenía fiebre escarlatina, por lo que la madre salió en busca de un médico; pero al regresar, encontró a su hijo muerto en los brazos de Beth. La joven, muy afectada, corrió a su casa para contar a sus hermanas lo que había sucedido. Jo la abrazó tratando de consolarla y notó que también tenía fiebre.
Las chicas mandaron a Laurie por el médico, quien les confirmó que Beth padecía la fiebre escarlatina. Ante la situación, Amy tuvo que irse a casa de la tía March para evitar ser contagiada. Estuvo por un largo tiempo en casa de la tía, con quien no congeniaba.
Capítulo XVIII: Días sombríos
Las hermanas decidieron no informar a su madre de la enfermedad de Beth para ahorrarle preocupaciones. Pasados algunos días, el médico notificó que el estado de la chica era grave y que requería la presencia de la madre. Acordaron enviarle un telegrama, pero Laurie y su abuelo se lo habían enviado ya y la señora March llegaría en horas de la madrugada.
El doctor les anunció que la salud Beth se había complicado y que esa noche sería definitiva para la pequeña, pues la enfermedad podría detenerse o complicarse. Ninguno se atrevió a abandonar la habitación de la paciente esa noche y, cuando el médico llegó a la mañana siguiente, les dijo que el peligro había pasado, por lo que se sintieron muy contentas. En ese momento llegó la señora March, quien se había retrasado a causa del mal tiempo.
Capítulo XIX: El testamento de Amy
Amy estaba muy disgustada por su estancia en casa de la tía March. Esther, la sirvienta de la tía, se dio cuenta de lo que le pasaba a la pequeña y buscó la manera de hacer más amena la estadía de Amy. Tuvo la idea de mostrarle las joyas de la tía y le dijo que algún día serían para ella y sus hermanas tal como lo había dispuesto en su testamento.
Amy tuvo la ocurrencia de hacer su testamento y dejar a su familia todos los tesoros que poseía. Sirvieron como testigos Esther y Laurie, quien la visitaba con frecuencia para acompañarla mientras regresaba a casa. Gracias a Laurie, Amy pudo sobrellevar de mejor manera el tiempo lejos de sus hermanas y su madre.
Capítulo XX: Confidencialmente
La señora March visitó a Amy en casa de la tía, y la pequeña aprovechó para contarle con detalles todo lo que había vivido. Al principio fue molesto, pero poco a poco fue encontrando la forma de llevarse bien con la tía, quien le regaló un anillo, que la pequeña tomó como símbolo para recordar el valor de la familia.
Al regresar, Jo le pidió a su madre hablar con ella en privado, con la intención de preguntarle si había notado que el señor Brooke estaba enamorado de Meg. La señora March respondió afirmativamente, pues él mismo se lo había confesado cuando fue a visitar a su padre y les pidió permiso a ambos para cortejarla. A Jo no le pareció bien lo que estaba ocurriendo pues temía perder a su hermana, pero su madre le explicó que eso no pasaría nunca y le hizo guardar el secreto.
Capítulo XXI: Laurie hace más travesuras y Jo pone paz
Laurie le escribió una carta a Meg haciéndose pasar por el señor Brook. Meg pensó que había sido Jo, pero al comentarle ella negó ser responsable pero dijo saber quien la había escrito. Fue en busca de Laurie y lo obligó a confesar que el había hecho la broma y a disculparse con Meg que estaba muy ofendida.
Jo estaba muy molesta y Laurie, apenado por lo que había hecho, se fue de prisa. En casa, su abuelo lo esperaba para pedirle una explicación sobre lo ocurrido, pero el chico no pudo dársela pues había prometido no revelar el secreto. Esto fue motivo de una gran discusión entre el señor Laurence y su nieto.
Al atardece, Jo visitó a Laurie para perdonarlo y éste le contó lo ocurrido con el abuelo. Jo le contó al señor Laurence lo que había pasado y le aclaró por qué el joven no podía darle una explicación. Abuelo y nieto entendieron las razones del otro, se disculparon y olvidaron el incidente.
Capítulo XXII: Hermosas praderas
Pasaron varias semanas y la tranquilidad regresó al hogar de las March: Beth se recuperaba de su enfermedad; el señor March anunció que estaba pronto a volver a casa; Amy regresó de casa de la tía y Jo, junto a Lauire, hacía los preparativos para recibir la Navidad en familia.
Escucharon tocar la puerta y al abrir, era el señor March, en compañía del señor Brooke, quien en ningún momento retiró su mirada de Meg. Todas salieron a recibir al padre con gran alegría. La cena de Navidad estuvo cargada de felicidad, pues por fin estaba toda la familia reunida y gozaban de la presencia de los Laurence, el señor Brooke y Hanna.
Capítulo XXIII: La tía March arregla las cosas
El señor Brooke decide confesarle su amor a Meg, pero esta se siente muy incómoda con la declaración y lo rechaza. En ese momento llega la tía March y Brooke, al notar que había ofendido a Meg se retiró al estudio. La tía le aseguró a Meg que si se casaba con el enamorado no estaría dentro de su testamento y comenzó a hablar muy mal del señor Brooke.
Al escuchar lo que decía su tía, Meg reaccionó y dejó ver todo lo que sentía por Brooke: defendió a su amado y le dijo a la tía que no quería su dinero y que prefería cientos de veces el amor de un hombre como el señor Brooke. La tía se molestó de tal manera que se fue de la casa sin ver al señor March.
Brooke escuchó todo lo que dijo Meg sobre él y la forma en que lo defendió ante su tía. Salió al salón y de nuevo le pidió a Meg que aceptara su propuesta. Pidió a sus padres el permiso para visitarla y ellos aceptaron con la condición de que no se casarían hasta que Meg cumpliera los 20 años.
Personajes de la novela Mujercitas
La historia se centra en la vida de cuatro hermanas y cómo pasaron de la infancia a la madurez aprendiendo diferentes enseñanzas como el amor al prójimo, el valor de la familia y el respeto por el trabajo. Las protagonistas son las cuatro chicas, acompañadas y varios personajes que a continuación se presentan.
Margarita o Meg: Es la mayor de las cuatro hermanas. Tiene 16 años y es muy hermosa: rubia y de figura regordeta, ojos grandes, cabello castaño claro y largo, una boca y manos casi perfectas, características que la hacían sentir envanecida.
Josefina o Jo: Una joven de 15 años de carácter decidido y firme. Alta y esbelta, de piel morena, con ojos grises, penetrantes. Con una larga y abundante cabellera que era su orgullo. Es apasionada de la lectura y la escritura, algunos de sus cuentos son publicados en el diario de su ciudad. Va en contra de los estereotipos sobre el comportamiento de las damas.
Elizabeth o Beth: Era una chica de apenas trece años; tan tímida que sus padres decidieron no enviarla a la escuela y educarla en casa. De ojos dulces, cabellera sedosa y una piel delicada de color sonrosado. Le gusta tocar el piano, por lo que el señor Laurence le regala uno, en recuerdo de su nieta fallecida.
Amy: La menor y la más bella de las hermanas March. Una hermosa niña de piel blanca, ojos azules y cabello rubio. Solía comportarse siempre como una señorita. También suele tener varios conflictos con su hermana Jo. Es amante de la pintur.
Sra. March: Madre de las protagonistas. De figura esbelta y distinguida, expresión amable y a veces seductora. Educó a sus hijas con mucho amor y entrega, pero también con mucha firmeza. Aprovechaba cada una de las experiencias de sus hijas para enseñarles alguna lección.
Sr. March: Padre de las jóvenes. Un hombre amoroso, dispuesto a dar la vida por su familia. Se alista como sacerdote en el ejército y durante la guerra sufre de una enfermedad que lo hace regresar a casa. Es un hombre de fortuna que, por ayudar a unos amigos, perdió sus bienes materiales.
Tía March: Tía del señor March, adinerada pero de muy mal carácter. Superficial, pues sólo valora lo material por encima de las personas. Exige a su familia que debe vivir como ella les dice para poder heredarles su fortuna, pero las March se niegan a obedecerla.
Teodore Laurie: Vecino de las March. Es un joven guapísimo y muy adinerado, pero solitario. Conoce a las cuatro hermanas, quienes le alegran la vida, especialmente Jo, de quien se enamora.
Señor Brooke: Es el tutor de Laurie. Siempre estuvo enamorado de Meg, desde que la conoció. Al final le declara su amor y, tras dudarlo por un tiempo, es aceptado por la joven, quienes deciden casarse luego de que Meg cumpla los veinte años.
Hanna: Sirvienta de las March. Todos le guardan mucho afecto y la consideran parte de la familia, pues ha vivido con ellos durante toda su vida.
Sr. Laurence: Abuelo de Laurie. Un hombre con mucho dinero y muy educado, que ayuda en varias oportunidades a las March. Se hace cargo de su nieto luego de que los padres del joven fallecieron y quedará como único miembro de su familia.
Esther: Sirvienta de la tía March. Ayuda a Amy durante su estadía en casa de la tía. Es una mujer muy noble y leal.
También aparecen otros personajes como la señora Gardiner, quien es vecina de la familia y de mucho dinero, así como la familia Moffat, que son amigos de la familia March desde que erán adinerados. Y la familia Hummel, cuya madre e hijos son muy pobres y son atendidos con frecuencia por las March, especialmente por Beth.
Lanzamiento y secuencias de la novela Mujercitas
Alcott escribió Mujercitas entre 1867 y 1868, inspirada en las experiencias vividas durante su infancia junto a sus tres hermanas. La novela salió al público por vez primera el 30 de septiembre de 1868 y, de inmediato alcanzó gran éxito. Desde ese momento fue catalogada por la crítica como un clásico.
Y, como sucede con muchos clásicos, Mujercitas no escapó de las traducciones deficientes, las ediciones alteradas y las “interpretaciones cursis”, cuando en realidad, esta obra representó una total revolución para la literatura norteamericana de finales del siglo XIX. Muestra de ello es el personaje de Jo, que altera todas las concepciones de la época en cuanto a los personajes femeninos se refiere.
Esta primera novela tuvo un segunda parte, en 1869, titulada Aquellas mujercitas, que narra las experiencias de la vida adulta de las cuatro hermanas. En Europa, estos libros fueron fusionados en un solo volumen. Alcott también publicó Hombrecitos y Los muchachos de Jo, que también son continuación de la novela prima y que muestran a los descendientes de las mujercitas construyendo sus propias vidas.
Como ves, el resumen de Mujercitas muestra lo hermoso de esta novela que, más de cien años después, sigue cautivando a sus lectores, al punto de que ha sido inspiración para muchas películas y adaptaciones de teatro. Si te interesó este resumen, te invitamos a leer más haciendo click en los siguientes enlaces: