Biografía del autor Og Mandino, libros y frases

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Agustine Og Mandino es un psicólogo estadounidense escritor de libros de autoayuda y mundialmente reconocido por su best seller El vendedor más grande del mundo. De sus obras se han vendido más de 50 millones de copias, las cuales han sido traducidas a varios idiomas. Sigue leyendo para conocer más sobre este autor. Biografía de …

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Biografía de la autora Pilar Urbano y sus libros

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Pilar Urbano, es una periodista valenciana, de interesante e impecable trayectoria en los medios de comunicación y el mundo de las letras. Si desea conocer un poco mas referente a esta interesante profesional, no deje de leer nuestro artículo. Biografía Pilar Urbano Casaña, es una impetuosa mujer nacida en Valencia, España en el año 1940, …

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Biografía del autor Roger Chartier, y sus libros

ROGER CHARTIER 10

Roger Chartier, es un reconocido profesor, historiador  y escritor de origen francés. Se le conoce principalmente por su trabajo y divulgación en el ámbito de la Historia del libro. Actualmente es miembro de la Escuela de los Annales. No te pierdas este interesante artículo!! Biografía de Roger Chartier Roger Chartier nació en Lyon el 9 …

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Biografía de Antonio Domínguez Ortiz y sus obras

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Antonio Domínguez Ortiz fue un historiador español que dedicó su vida a documentar, en más de cuatrocientos trabajos, la historia de España durante el Antiguo Régimen. Sigue leyendo y conoce el significativo aporte de este erudito nacido en Sevilla para la historia social de España y América.

Antonio Domínguez Ortiz

Biografía de Antonio Domínguez Ortiz

Antonio Domínguez Ortiz fue un historiador y catedrático español, nacido en Sevilla el 18 de octubre de 1909. Su padre, Salvador Domínguez Gordillo, era maestro de escuela, aunque no ejercía su profesión porque se ganaba la vida como ebanista y dorador. Su madre, Antonia Ortiz Morilla, era ama de casa y falleció cuando Antonio apenas tenía ocho años.

Sus primeros años de vida transcurrieron en su Sevilla natal, en el seno de una familia de clase media tradicional. Los tropiezos que tuvo que enfrentar durante su infancia, sumados a las estrictas normas de crianza, definieron los rasgos del carácter de Domínguez Ortiz: responsable, serio, trabajador y austero.

Aprendió a leer muy temprano de forma autodidacta, pues fue al cumplir los nueve años, en 1918, cuando inició sus primeros estudios formales en el Colegio de los Escolapios de Sevilla. Como su nivel d preparación era elevado, no cursó los primeros grados de Primaria, por lo que a los 10 años salió del colegio para trabajar en el taller de su padre. A los catorce años, en 1923, comenzó a cursar estudios en la Escuela Normal.

En el año 1929 obtiene su título de maestro y decide continuar sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla. La antigua sede de la facultad, que para ese entonces estaba ubicada en el Colegio de los Jesuitas, presentaba evidentes carencias en cuanto a la distribución del espacio y la dotación de recursos didácticos, pero contaba con muy buenos profesores.

Por este tiempo, Domínguez Ortiz recibía formación de profesores de la talla de Diego Angulo, Jesús Pabón y Juan de Mata Carriazo y Arroquia, entre otros, quienes ejercieron gran influencia para definir su inclinación profesional. Antonio, era uno de los escasos estudiantes que visitaban con frecuencia las bibliotecas de Sevilla, como la Universitaria y la Provincial, donde se imbuye en sus archivos históricos, práctica que reforzó tempranamente su vocación. En 1932 se tituló como licenciado en Filosofía y Letras, con Premio Extraordinario.

Antonio Domínguez Ortiz

La difícil situación del momento llevó a Domínguez Ortiz a participar en los primeros concursos de oposición que convocó la Segunda República, ganando una plaza como maestro en Écija, donde inició sus labores como docente en septiembre de 1932. Esta experiencia fue bastante corta, ya que el maestro obtuvo una beca para asistir a los primeros cursos que ofrecía la recién fundada Universidad de Verano Menéndez Pelayo de Santander, dirigida por Ramón Menéndez Pidal.

Durante los meses de verano también fueron convocados por el Estado, unos cursos de formación dirigidos a profesores especialistas que darían clases en los centros de educación estatales, creados en la Segunda República para cubrir la vacante dejada luego del cierre de los colegios religiosos.

Domínguez Ortiz fue uno de los docentes que resultó seleccionado para incorporarse a estos cursos, por lo que debió trasladarse hasta Barcelona a fin de recibir tal formación en la Universidad Central, cuyas bases estaban asentadas en las metodologías krausistas, promovidas por el entonces Ministro de Educación, Fernando de los Ríos.

Su destacada participación en el curso le permitió escoger el destino deseado para impartir clases, escogiendo a Sevilla, a donde regresó para fungir como profesor de Enseñanza Secundaria del recién creado Instituto Murillo, bajo la figura de “encargado de curso”, lo que equivale a ser maestro interino.

A la par de su trabajo como profesor, se incorporó como docente auxiliar de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Sevilla. En 1936 estalló la Guerra Civil Española; aún así continuó impartiendo clases y trabajando como archivador en el Cuartel General del Sur.

En 1940 ganó en concurso de oposición, la cátedra de instituto, en la especialidad de Geografía-Historia, escogiendo como destino el Instituto femenino de Palma de Mallorca. Ese mismo año contrajo matrimonio con la profesora Magdalena Iglesias.

En 1941 publicó su primer trabajo de investigación histórica, bajo el título La población de Sevilla en la Baja Edad Media, que fue la introducción para los más de treinta libros y los más de cuatrocientos artículos que publicó durante toda su vida y cuyo tema central era el estudio de la historia española y de Andalucía en la Edad Moderna.

Tras permanecer poco tiempo en Palma de Mallorca, en 1942 regresó a Andalucía, para laborar en el Instituto Columela de Cádiz, centro donde ejerció como docente hasta el año 1943. De allí en adelante su trabajo como investigador fue más profunda y se dio a conocer en el mundo de la ciencia historiográfica.

Seducido por la vida universitaria de Granada, sus archivos y bibliotecas, se incorporó como profesor del Instituto Ganivet, donde laboró hasta el año 1959. Durante su tiempo en Granada continuó armonizando la investigación con la docencia y elaboró su tesis doctoral para titularse en la Universidad Central de Madrid donde, bajo la tutoría de Eloy Bullón, presentó bajo el título Los manuscritos geográficos de la Biblioteca Nacional de Madrid, obra inédita con la que obtuvo la calificación de sobresaliente.

En 1946, la Diputación de Sevilla reconoce el trabajo del historiador y le entrega un merecido premio. Al poco tiempo, su labor fue reconocida con otros premios como el de la Academia Alfonso X el Sabio de Murcia, en 1952, y el del Centro de Estudios del Banco de España, en el año 1958.

Entre los años 1959 y 1966 formó parte de la plantilla profesoral del Instituto Padre Suárez de Granada y, en 1965, estuvo un curso como profesor adjunto de Historia de España en la Universidad de Granada. En esta etapa intensificó aún más su trabajo de investigación en España. A su vez, estableció contactos con otros historiadores fuera de su país, colaborando con profesionales de gran reconocimiento y prestigio, como Jaime Vicens Vives.

En el año académico 1966-1967 trabajó como catedrático en el nuevo centro educativo Instituto Padre Manjón, donde culminó su larga etapa como docente en Granada para trasladarse a Madrid. En la Villa y Corte de Madrid, Domínguez Ortiz vivió una fase de creación intensa.

Luego de un breve paso por el Instituto Tirso Molina, durante el curso 1968-1969, se incorporó al Instituto Beatriz Galindo, centro en el que impartió clases durante diez años, hasta 1979. En este período mantuvo una estrecha relación con diferentes ámbitos culturales, dentro de los cuales el historiador tuvo una gran acogida.

De igual forma, este gran historiador fue orador visitante en el III Congreso de Estudios Españoles y Portugueses, que se llevó a cabo en Rutgers, New Jersey, en el año 1972. Además, fue conferencista de diversas universidades de Europa y América, así como ponente en un sinfín de congresos históricos, celebrados en su país y en el extranjero.

Fue muy bien recibido en Madrid por los miembros del Instituto de Estudios Madrileños y el Ateneo, entre otros. Asimismo, su trabajo siguió siendo reconocido: En 1974 mereció el Premio Ibáñez Martí del Consejo Superior de Investigaciones Científicas e ingresó como miembro de número en la Real Academia de la Historia, momento en el que pronunció su discurso titulado El régimen señorial y el reformismo borbónico.

Entre 1975 y 1979 dirigió el Boletín de la real Academia de la Historia, labor que suspendió por voluntad propia cuando decidió residenciarse definitivamente en Granada. Queda viudo en 1978 y, al año siguiente se jubila de su actividad como catedrático de instituto, para radicarse en Granada. Quizás esta fue su etapa más productiva en el ámbito de la investigación.

Entre los cuantiosos premios y reconocimientos otorgados al historiador Antonio Domínguez Ortiz podemos destacar los nombramientos de académico otorgados por la British Academy, la Academia de Historia de Venezuela, la de Buenas Letras de Sevilla, y la de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.

Galardonado con los honores Hijo predilecto y Medalla de Oro de las ciudades de Sevilla y de Granada; así como el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, recibido en 1982, y el Premio Menéndez Pidal de Investigación Histórica que recibió en el año 1986. Díaz Ortiz fue nombrado doctor honoris causa en las universidades de Granada, Burdeos, Complutense de Madrid, Córdoba, Cádiz, la Central, de Barcelona y, por supuesto, la de Sevilla.

Fue merecedor, además, de la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X y de la Gran Cruz de la Orden de Andrés Bello, esta última entregada en Venezuela. Recibió el título de Andaluz Universal e Hijo Predilecto de Andalucía, en los años 1983 y 1985, respectivamente. También en 1985 fue nombrado oficial de las Artes y las Letras de Francia. A pocos días de su fallecimiento, le fue concedido el Premio María Zambrano, el cual fue recibido por sus hijos, a título póstumo, en el año 2003.

Publicó más de cuatrocientos trabajos: artículos, libros de texto, ponencias, reseñas bibliográficas, prólogos, artículos de prensa, y su magisterio ha sido decisivo en los historiadores de dos generaciones. Su fondo documental y bibliográfico se donó a la Universidad de Cádiz en 2018, y le dedicó una sala en su Biblioteca Central. ​

Obras de Don Antonio

Son más de 30 los libros escritos y publicados por Antonio Domínguez Ortiz, a los que se suman los más de cuatrocientos trabajos de investigación a lo largo de extensa trayectoria como docente e investigador, que incluyeron artículos, libros de texto, ponencias, reseñas bibliográficas, prólogos y artículos de prensa, entre muchos. A continuación una breve reseña de algunas de las obras de este prolífico autor:

Moriscos: La mirada de un historiador

En este libro se recopilan algunas de las investigaciones realizadas por Domínguez Ortiz en torno al tema de los moriscos, en los que el autor deja ver su visión con respecto de aquel problema. Don Antonio muestra claramente la situación tan dramática vivida por los marginados morunos.

Incluye las indagaciones realizadas por el historiador a lo largo de su extensa trayectoria profesional, desde su trabajo titulado “Notas para una sociología de los moriscos granadinos”, que data de 1962, hasta “Los moriscos en el Norte de África”, que recopila a su vez una serie de artículos publicados y que durante mucho tiempo fueron de difícil acceso. Con una narrativa sencilla y clara, esta obra documental brinda un placer inusitado a los lectores.

Las clases privilegiadas en el Antiguo Régimen

Desde la Baja Edad Media hasta principios del siglo XIX, las clases privilegiadas, representadas en la nobleza y el clero, tenían dominio absoluto sobre España que, en ese tiempo mantenía una estructura similar a la de los otros países del occidente de Europa, basada en un sistema de tipo estamental.

Don Antonio toma como base del siglo XVII y, apoyándose en fuentes documentales que en muchos casos eran inéditas, analiza todo lo concerniente a estas clases dominantes, estableciendo como referencias su importancia numérica, sus estilos de vida, los estatutos jurídicos que los rigen, su poderío económico y, no menos importante, su influencia y función política en la estructura social de la época.

Esta obra representa un importante aporte a la historiografía española actual, por lo que se ha convertido en documento obligado de consulta ante cualquier investigación en esta área. El libro brinda, además, un valioso aporte para aclarar los reales orígenes de las clases dirigentes dentro de la sociedad española tradicional.

España: Tres milenios de historia

Este libro, muestra el empeño de Antonio Domínguez Ortiz, el historiador, por perfilar la imagen de España como “madre de muchos pueblos”, y la ambición del docente, de quererla transmitir a todo el público. Al referirse a esta obra, Domínguez Ortiz comentó: “Escribo estas páginas -afirma el autor- con cierto aire de testamento literario, para  responder a una demanda imperiosa, para colaborar en una tarea de renovada actualidad la de llenar el vacío que deja la ausencia de una auténtica enseñanza histórica de los actuales planes de enseñanza obligatoria”.

Carlos III y la España de la Ilustración

Más allá de sus aciertos y desaciertos como gobernante, no puede dudarse que Carlos III es la figura que personifica de mejor manera el siglo XVIII español. Don Antonio tenía muy en cuenta esta realidad, por lo que su libro Carlos III y la España de la Ilustración, aborda los diferentes aspectos de la España en entonces, sin dejar por fuera su incidencia sobre los territorios americanos, a través de la figura monárquica.

Domínguez Ortiz explora la etapa italiana del Rey como duque de Parma y Plasencia y rey de las Dos Sicilias; así como también los primeros años de su reinado en España; los motines que se registraron en 1766; la política interior y exterior desarrollada por el soberano, la población y la sociedad de entonces; su política y relación con el clero, la educación y la cultura. El autor culmina esta importante obra haciendo un balance sobre este reinado que fue decisivo para la historia española.

Orto y ocaso de Sevilla: Estudio sobre la prosperidad y decadencia de la ciudad durante los siglos XVI y XVII

Con este estudio, Domínguez Ortiz hace un recorrido por la historia de su Sevilla natal, desde su época próspera durante el siglo XVI, recorriendo su decadencia evidente en el siglo XVII, hasta concretar una parcial recuperación, en el siglo XVIII. La importancia de este libro se centra en la comparación que el autor establece entre la Sevilla de los siglos XVI y XVII con la historia de España y la Universal.

El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y Austríacos

La primera edición de este libro se publicó en el año 1973. En esta obra Domínguez Ortiz desarrolla, a modo de relato histórico, la realidad social, política, religiosa y cultural de entonces. Estudia los factores demográficos y económicos, los altibajos políticos y las manifestaciones culturales de una época en la que se circunscriben acontecimientos de suma importancia para la historia Universal como el descubrimiento de América, la expulsión de los judíos y los moros, la rebelión de Cataluña y la separación de Portugal.

Los judeoconversos en España y América

En este libro, Antonio Domínguez Ortiz indaga sobre la realidad de la minoría judeoconversa como clase social existente en España y América. Para ello, estructura su investigación de la siguiente manera: expone los antecedentes del problema y analiza las consecuencias de la expulsión y las conversiones forzadas.

El historiador estudia cuál fue la posición de la Iglesia y de la Corona, teniendo en cuenta las posteriores implicaciones que esos hechos históricos han tenido sobre la sociedad española, cuya influencia se hace evidente en las letras, el arte, la religión y la política.

La esclavitud en Castilla en la Edad Moderna y otros estudios de marginados

El 21 de enero de 2003, a primeras horas de la tarde, el mundo se enteraba de la triste noticia: Fallecía en Granada Don Antonio Domínguez Ortiz, el sevillano universal. Para muchos el hombre que dedicó su vida a renovar la historiografía de su país, devolviendo a la luz aquellos campos que parecían estar vedados para los profesionales de la historia durante la España de la posguerra.

Don Antonio tenía una concepción clara de su oficio como historiador; de hecho aseguraba que, para ejercerlo sólo bastaba trabajo y sentido común. Y ambas cualidades le sobraban. El autor sentía especial predilección por su libro La esclavitud en Castilla en la Edad Moderna y otros estudios de marginados, que pasó a ser, y sigue siendo, referencia obligada de quienes estudian la España del siglo XVII y, más allá, de quienes desean saber sobre los estamentos privilegiados de la Edad Moderna.

Con esta obra, Domínguez Ruiz se consagra definitivamente como historiador y escritor y ya en 1962, era considerado maestro de historiadores; título jamás discutido, aunque hubiese encontrado alguna resistencia, y cuyo magisterio ejerció hasta el día de su muerte, dejando una huella indeleble en las generaciones siguientes.

América y la monarquía española

Hurgando en la prolífica obra de Domínguez Ortiz se observa que muchos de sus trabajos hacen alusión o tienen referencia directa con el continente americano, especialmente a los hechos que se suceden durante el descubrimiento y la guerra de Independencia. Esto incluye la América virreinal, colonial, moderna, que como un territorio más, formó parte de la monarquía española que influyó de forma tan directa en todo su acontecer histórico.

En este trabajo se tocan los asuntos americanos, en tanto que estos fueron expresión de la política dirigida desde la Corona, lo que, a su vez, llegó a tener gran repercusión en los diferentes aspectos de la vida peninsular. El autor desarrolla su estudio sobre la historia de América entre los siglos XVI-XVIII, y su estrecha relación con la historia española, determinando que las conexiones entre ambas “son tan profundas como indiscutibles”.

Ciertamente, no todos los historiadores reconocieron tal relación; sólo el maestro Carande, en 1943, logró dar por tierra con esta tendencia; propuesta a la que se sumó Domínguez Ortiz sin dudarlo: sus estudios americanistas hicieron énfasis en la importancia “que la expansión atlántica tuvo en la conformación de la monarquía de los Asturias y luego en la de los Borbones”. Este debate trascendió de lo histórico hasta determinar su influencia en la economía de España.

Estudios de la Inquisición española

Pocos temas de la Edad Moderna han llamado tanto la atención de investigadores españoles, hispanistas y público en general como el de la Inquisición española, y Don Antonio Domínguez Ortiz siempre le prestó una atención especial en su obra. Su libro Estudios de la Inquisición arroja luces sobre los movimientos de la oscura y siniestra institución.

Además, su análisis es casi obligatorio para comprender a fondo la sociedad española desde la perspectiva social y económica; para indagar sobre ciertas mentalidades e, incluso, para aclarar algunos hechos de la historia política de España en la Edad Moderna.

El mosaico español

El Mosaico español es el título que Domínguez Ortiz otorgó al trabajo central de su investigación titulada Sociedad y Estado en el siglo XVIII español, que data de 1976. Se trata de un ensayo de la historia regional que estuvo anticipado varios años a lo que luego resultó novedoso, ya que mezcla la historia del todo con la historia de las partes.

El resultado es una visión sintetizada de la pluralidad reinante en España y sus regiones, cada una con características particulares, pero sin perder su visión de conjunto como nación. Intercala en sus páginas, la dimensión humana y su paisaje para mostrar una historia, más bien fresca y armónica sobre las Españas del Antiguo Régimen, cuyos rasgos son perceptibles aún en nuestro tiempo.

La Sevilla del siglo XVII

El presente es hijo del pasado, y el futuro es engendrado por el presente. Así, ninguna sociedad puede salvaguardar su propia identidad si rechaza sus raíces  e ignora sus tradiciones. Partiendo de ello, justo en el momento en que se sentía un inusitado empuje por fortalecer la identidad regional y local, la Universidad Hispalense decidió editar una historia de Sevilla que pudiera sustituir la meritoria, aunque obsoleta, realizada por D. Joaquín Guichot.

Nace entonces La Sevilla del siglo XVII, cuya narrativa muestra al lector una nueva imagen del desarrollo histórico de la urbe hispalense, sin que por ello pierda el rigor científico que debe privar en este tipo de documentos.

Historia Universal moderna

Este libro aporta a la bibliografía historiográfica de España un valioso material, pues en él Domínguez Ortiz sintetiza las líneas maestras de la evolución histórica de este pueblo Ibérico, cumpliendo rigurosamente con las técnicas y métodos de investigación empleados para el momento. Esta guía, de carácter universal no debe, pues, confundirse con cualquier resumen o manual de texto.

Andalucía Ayer y hoy

Con la profundidad y claridad que lo caracterizan, Don Antonio Domínguez Ortiz presenta esta obra de reflexión histórica que muestra los elementos más destacados de la identidad del pueblo andaluz, definida por ciento de años  de “sedimentación” cultural: ‘Las gentes’, el devenir urbano, el Islam, la relación América-Andalucía, el conflicto agrario y el fracaso de la industria, son algunos de los temas que toca el autor en esta obra.

Hechos y figuras del siglo XVIII español

La particularidad de este libro radica en la forma cómo nos muestra lo beneficioso que resulta el hecho de extraer la información histórica con cierta versatilidad metodológica. En su prólogo se invita a seguir el ejemplo de Domínguez Ortiz de añadir perspectivas novedosas sin dejar a un lado la metodología antigua que aún puede ser de utilidad.

Es un libro recomendado para quienes muestran especial interés en la historia social y económica de España, más en estos tiempos cuando la exclusión social, la pérdida de identidad y la dependencia, cada vez más creciente, de fuerzas económicas que parecen incontrolables, marcan la realidad actual española.

La sociedad española en la Edad Moderna

De la mano de dos de los grandes especialistas en la materia, como Alfredo Alvar Ezquerra y Don Antonio Domínguez Ortiz, este libro brinda una rigurosa y por demás completa visión de conjunto de la sociedad hispana, desde el siglo XVI, cuando la creación y el dinamismo estaban a la orden del día, hasta el siglo XVIII, en el que se sucede el fin de un sistema social y la promesa de la nueva era, pasando por el caótico siglo XVII.

La primera parte de esta obra es un inciso predominantemente cuantitativo, mientras que en los capítulos siguientes se desarrollan las principales características de la sociedad de la época, tomando muy en cuenta cada una de las estructuras sociales hasta llegar a la familia como cimiento para la organización social. Se estudia, también, el mundo rural, analizando las diferentes manifestaciones y mecanismos de control que conllevaron a la marginación y la desviación social.

Antonio Domínguez Ortiz: Historiador social

Don Antonio Domínguez Ortiz fue un catedrático de instituto que, motivado por su pasión por la historia y por su extraordinaria capacidad de trabajo, dedicó su vida a la investigación, en medio de un contexto político y social complicado. A pocos años de licenciarse como docente, sus aspiraciones profesionales se diluyeron en el turbio mundo de los concursos de oposición para cátedras universitarias.

El historiador mostraba una nula identificación ideológica con quienes manejaban para ese entonces el ingreso a la carrera académica universitaria; amén de mantener la independencia como credo ideológico personal, lo que decantó en la evidente penalización por parte de los grupos gremiales.

Sin alumnos  para orientar tesis o trabajos investigativos; sin posibilidad para multiplicar o reproducir sus propios objetos de interés científico; sin la presión política que desde el año 1956 comienza a sentirse en la comunidad universitaria del gobierno franquista, Don Antonio decide tomar los obstáculos como estímulo para incrementar su producción dentro de la universidad española.

Al hacerlo así, Domínguez Ortiz defiende su capacidad de hacer lo que siempre le orientó su espíritu de historiador, logrando tal libertad de espíritu que decide asumir su propio proyecto de vida y su oficio de historiador, lejos de influencias negativas que pudiesen desvirtuar su trabajo.

En la década 1941-1951 el historiador solamente publicó el libro Orto y ocaso de Sevilla, fechado en 1941. En la siguiente década dio a luz seis libros y uno de síntesis. Entre los años 1962 y 1972 publicó siete libros, de los cuales cuatro fueron monografías de investigación. En los diez años posteriores publicó ocho obras más y así continuó hasta su hora final.

Se hace evidente, entonces, el progreso cuantitativo de la obra de Don Antonio, muestra de su disciplina y capacidad excepcional para la investigación, que está por encima de cualquier desgaste que puede ocasionar el trabajo propio del docente de educación media. Aunque sus publicaciones abordan una amplia temática, su vocación hacia la historiografía social se deja ver desde sus primeros trabajos y a lo largo y ancho de toda su obra.

En una entrevista que le hicieran en 1985, Domínguez Ortiz resalta que fue su padre el primero en insistirle que «la historia no debía ser sólo de los reyes, los generales También debía de ser de los carpinteros, zapateros, etc.». La verdad es que, Don Antonio fue un historiador social en los tiempos cuando el adjetivo social denotaba siniestras concepciones.

Su sensibilidad ante lo cotidiano, ante la dura realidad que muchos pretenden disfrazar con matices políticos, llevó a Don Antonio a casarse con la historia social: cada obra escrita muestra, e invita, a la concepción humana y sensible de la historia de la sociedad como centro de estudio. No es una preocupación teórica, inspirada por la lectura de grandes pensadores como Braudel o Febvre: su trabajo estuvo basado en el ejercicio de la inteligencia aplicado al manejo empírico de las fuentes.

Los temas de investigación desarrollados por Domínguez Ortiz no fueron producto de un razonamiento conceptual, sino el resultado de indagaciones exhaustivas en los ficheros de la biblioteca de la Universidad de Granada, o de la revisión de los catálogos de manuscritos de la Biblioteca Nacional.

Jamás dejó ver algún rasgo de sectarismo en sus análisis históricos: siempre se negó a ideologizar su investigación, a manipular los hechos o a convertirse de historiador a juez. Insistió en la necesidad de rechazar toda retórica y subjetivismo en el oficio del historiador. “Su honestidad intelectual ejercida sin ira y sin nostalgia fue su guía permanente”.

La teoría de la historia planteada por el autor es ecléctica. En este sentido, el mismo historiador comentó “No soy marxista, pero resulta obvio que la escuela marxista se interesa en muchos temas que me preocupan. Si el trabajo es llevado a cabo por historiadores capaces y honestos, incluso aunque puedan existir diferencias metodológicas, al fin los resultados conseguidos son los mismos… Las colisiones ideológicas, los enfrentamientos entre escuelas suelen tener lugar en los niveles más bajos. Debe predominar siempre la honestidad y la buena fe.»

Domínguez Ortiz nunca sirvió a ideología alguna. El secreto de su permanencia en el mundo intelectual y la prolongación sin excepción del alcance de su obra, radica precisamente en su independencia, en su evidente alejamiento de las modas y de los mecanismos que atienden a las coyunturas. Siempre sintió gran fascinación por la sociedad y todas sus vertientes, como claro ejemplo del cambio y la continuidad.

Su tema central de investigación poco estuvo orientado hacia las clases sociales, argumentando que “la complejidad de las relaciones sociales no se puede encerrar en el mero conflicto o lucha de clases”. Se interesó más por el aspecto económico y, muchos años antes de que surgiera en España la historia de las mentalidades, por allá por los ochenta, él ya había incorporado variables de comportamiento social como honor o prestigio, o de clientelismo familiar, que no guardaban relación alguna con el determinismo económico.

Dentro de todas las estructuras sociales, la investigación de Domínguez Ortiz se inclinó hacia el clero y la nobleza, estamentos privilegiados, a los cuales les dedicó varios de sus estudios como El estamento nobiliario, publicado en 1963, y El estamento eclesiástico, de 1970, que más tarde incorporaría a su obra Las clases privilegiadas en la España del Antiguo Régimen, que data del año 1973.

El siglo XVIII fue tratado por el autor en su obra La sociedad española del siglo XVIII, publicado en 1955, que transformó luego en  Sociedad y estado en el siglo XVIII español, de 1976, libro éste al que Domínguez Ortiz le guardaba especial devoción porque “tiene el mérito de haber anticipado la tendencia actual a regionalizar la historia”, dicho en sus propias palabras.

El interés de Don Antonio por la nobleza y por el clero no era fortuito: estos estamentos le sirvieron para responder, de alguna manera, las antiguas interrogantes sobre las razones del fracaso de la decadencia histórica de España: “El parasitismo señorial y la histórica dependencia del Estado respecto a las directrices eclesiásticas marcaron las inquietudes de Domínguez Ortiz en este terreno”, tal como lo aseveran algunos estudiosos de la obra de este historiador.

En sus estudios sobre la nobleza mezcló la historiografía positivista, empleada para describir los linajes y las genealogías; con la historiografía marxista, que analiza la problemática del feudalismo. En lo concerniente al clero, se orientó hacia el estudio del poder de la iglesia y el evidente contraste entre la religiosidad popular y la iglesia oficial.

La clase media es la gran ausente de la obra de historia social escrita por Domínguez Ortiz; pero él se defendía argumentando que “el estudio del Tercer Estado presenta una complejidad mayor que el de las clases privilegiadas y faltaban monografías que allanaran el camino”. Por otro lado, la burguesía de interesó someramente; no realizó estudios sobre el fracaso de la revolución burguesa en España. Sin embargo, en sus investigaciones sobre historia urbana rozó esta temática.

No obstante, Don Antonio siempre mostró mayor interés por la decadencia que por las primeras grietas del Imperio español; de hecho, dedicó mayor cantidad de tiempo y espacio al siglo XVII que al siglo XVI: los Reyes Católicos y los acontecimientos de 1492 no le generaron atracción alguna.

De forma muy significativa, la sensibilidad social de Domínguez Ortiz se proyectó de mejor manera en su interés por conocer a los perdedores de la sociedad, en el que figuran las principales víctimas de la Inquisición: moriscos y conversos.

A los primeros les dedicó su Historia de los moriscos, publicada en 1978, que escribió en un trabajo colaborativo con Bernard Vincent; mientras que a los segundos dedicó su libro La clase social de los conversos en Castilla en la edad moderna, publicado en 1952 y reeditado en 1971 bajo el título Los judeoconversos en España y América (1971); a los primeros.

A él lo que le apasionó siempre del tema fue la relación de conversos y moriscos con la Iglesia y el Estado, la dialéctica de estas minorías con el poder establecido a través de la institución inquisitorial. La Inquisición en sí misma le interesó poco. Sólo le dedicó a la Inquisición un libro: Autos de la Inquisición en Sevilla (1981), que le permitió dar a conocer como fuente documental las relaciones de autos de fe de la Inquisición.

No obstante, Domínguez Ortiz nunca se adentró la responsabilidad o no del Santo Oficio en el atraso cultural español y mucho menos en los debates sobre la crueldad de los procedimientos aplicados durante la Inquisición. Concibió siempre a la institución inquisitoria como un tribunal creado para los nuevos cristianos (moros o judeoconversos) y no para los viejos cristianos.

Además de la temática de conversos y moriscos, a Don Antonio también le interesó la historia de otros perdedores, como gitanos, pobres, expósitos, extranjeros y prostitutas, dejados a un lado por la historia oficial y a los cuales el historiador les obsequió toda su capacidad de ternura: Don Antonio enfocó toda su atención hacia estos individuos que no tuvieron la capacidad ni la voluntad de rebelarse contra el sistema.

Vale comentar que la obra de investigación historiográfica social de Antonio Domínguez Ortiz no puede desarraigarse de su vocación de “historiador generalista” que busca explicar la realidad histórica como un hecho global. Esta intención se denota desde su libro colaborativo Historia económica y social de España y América, que fue publicado en 1961, hasta las reflexiones plasmadas en su última obra sobre la historia española: España. Tres milenios de historia, publicada en el año 2000.

Don Antonio Domínguez Ortiz fue un historiador social que no sólo investigó por el mero hecho de documentar los hechos, sino porque fue un fiel creyente de que sus aportes no podían, ni debían, quedarse presos dentro del mundo de la élite académica. La obra de Don Antonio siempre persiguió la reivindicación del positivismo de los historiadores de finales del siglo XIX, dejando a un lado su militancia ideológica para trabajar por la normalidad de la historia española y la integración de España al continente europeo.

Podemos asegurar que la obra de Antonio Domínguez Ortiz no ha envejecido. Aún con el paso de los años mantiene el frescor de la modernidad, más no del ruido mediático; manteniendo su capacidad de brindar nuevas respuestas a interrogantes clásicos, coherente con su propia trayectoria intelectual y fiel a sus principios y convicciones. Si deseas continuar leyendo sobre la biografía de otros grandes autores, te recomendamos hacer click en los siguientes enlaces:

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